Saturday, September 17, 2005

Katrina, un pollo con mala suerte.




¡Aguien tiene que pagar!
Cuando un pollo se llama Katrina las cosas pueden salirse fuera de control. En este caso, el sacrificio era inminente. Es hora de decidir si los huracanes tienen nombre de pollo o los pollos nombre de huracanes.

Thursday, September 15, 2005

Despacho #27, C.R.A.F.T. Club.


FUCK YOU, HIDALGO!!
15 de septiembre,
Ciudad de México,
6 p.m.

Sobrio y metido en un tráfico de la real tuna.

Hoy festejamos una vez más la Independencia de nuestro país Banana.
Para que pueda por fin celebrar esta estupenda y esperada efeméride (traducción: “¡tomarme unas cervecitas!”), llevo más de una hora en el tráfico, en un tramo que por lo regular hago, máximo, diez minutos.
Lo que es peor, queridos cofrades: Para llegar a celebrar la autonomía de mi país tengo que viajar a 1.5 km/hr dentro de una caja de sardinas de manufactura nipona, o Nissan, bajo la conducción de un tipo que está tomando “Gatorade” y canturrea una canción de Regeeton, hasta ahí de independencias, digo yo.
Al llegar a casa me espera la verdad sobre la Independencia. Mi mujer es de las que me lleva a misa para que aprenda a decir amén cada vez que ella diga algo. Abriendo la puerta tendré que avisar que “¡Ya llegué!”, algo un tanto tonto de hacer si se toma en cuenta que peso más de cien kilos (o sea, la invisibilidad no se me da). Además los engranes y cadenas del elevador siempre me han delatado por los pasados seis años, sobre todo en la madrugada. Mi independencia comienza con la lista de compras que me pidió la señora desde hace tiempo, una lista a cumplir al pie de la letra (so pena de una ausencia de sexo por los próximos, digamos, ¡diez meses!) de los necesarísimos artículos para la nochecita del "grito". ¿De dónde saco granos para el pozole, tostadas de maíz verde y charamuscas en lata?
Debo aceptar que mi mujer, esa chica que “tiene mis ínfulas y nada de mi dulzura” (en palabras de nuestro poeta Velarde), me dio una nada diminuta lista hace dos semanas de lo que teníamos que adquirir para que una caterva de borrachos y colados viniera a la casa a libar gratis con el so pretexto de que por fin nos deshicimos de los gachupines hace trescientos años.
Ya en el super vi lo independiente que estamos: Más del sesenta por ciento de los productos que compré eran foráneos, incluyendo países de procedencia que en mi vida había escuchado, como la Guayana Francesa con uno maravillosos tamarindos que mire usted. La cerveza más barata que conseguí fue la “Heineken” (por estar en promoción). Compré unas velas en forma de “virgen de guadalupe” (lo pongo en minúsculas por respeto) ¡de China, maldita sea!

Para la próxima sugiero que deberíamos festejar las independencias en el país contrario al del festejo. Si los gringos festejan más que nosotros el “Cincuo de Maio”, fecha donde ellos ni siquiera figuraron como protagonistas, ¿por qué no irnos a Madrid a festejar el 15 de septiembre?, total nadie es independiente.

GERARDO AUSTRALIA.